La historia detrás de la presidente

Cada uno de los voluntarios de FUNJOSE tiene su propia experiencia dentro de la fundación, y tiene su propia motivación para trabajar para nuestro sueño; algunas personas tienen historias que se escriben desde el inicio de la fundación, y tal es el caso de María Fernanda Estrada, la actual presidente de FUNJOSE. Te dejamos sus palabras.

Photo: Pac Contreras
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Hola. Me llamo María Fernanda Estrada, tengo 26 años, soy química farmacéutica de profesión y voluntaria de FUNJOSE de vocación. Desde pequeña, me llamó la atención la educación y pensé que en un futuro mi profesión sería de maestra. Claramente, se me atravesaron otras opciones en el camino y dejé a un lado mis ganas de enseñar, por aprender sobre la química. Sin embargo, la vida da vueltas y de una u otra forma nos impulsa hacia los sueños que tenemos, tuvimos o alguna vez tendremos. 

En esas vueltas de la vida (que no siempre son tan felices como quisiéramos) en mi familia, perdimos a un ser querido: José Andrés. Él se caracterizó por ser una persona activa, colaboradora, alegre; participó mucho tiempo en TECHO y en el grupo juvenil de su iglesia. Su partida despertó en mi hermana mayor una idea en honor a él, el poder seguir con su legado de servicio desde otro punto de vista. Y es así como nace Fundación José Andrés Méndez Barrios (FUNJOSE). Después de aterrizar las ideas y decidir lanzarnos al proyecto, logramos concretar un equipo de trabajo y arrancar con la fundación para dar becas a nivel técnico y universitario a jóvenes guatemaltecos. Como les mencioné antes, de pequeña pensé que mi relación con la educación iba a ser de docencia, pero resultó ser que mi forma de “transmitir conocimiento” sería otra. No estoy enseñando directamente, pero apoyar este proyecto es mi forma de dar educación a otras personas. Creo firmemente que la mejor herramienta para el desarrollo de un país es la educación, es la forma de frenar los círculos de pobreza, desnutrición, sobrepoblación, analfabetismo. Vivimos en un país donde habitan más de 1.6 millones de jóvenes de los cuales el 3% ingresa a la universidad, y menos de 2% logra culminarla.

Cuando me gradué del colegio, sabía que mi siguiente paso sería ir a la universidad; decidí qué carrera estudiaría y a qué universidad entraría. Jamás pensé en lo privilegiada que era al tener el poder de decidir sobre mi futuro, de poder ELEGIR. La mayoría de jóvenes en Guatemala no tienen esa oportunidad porque su condición económica no se los permite. Y es impresionante ver la cantidad de personas que quieren seguir estudiando y no pueden hacerlo. Si yo tuve la oportunidad de decidir, ¿por qué negársela a otros como yo? Quiero que todos los jóvenes en este país compartan el privilegio de elegir su futuro y que puedan ser agentes de cambio a su alrededor.

Cuando comencé el voluntariado en FUNJOSE, pensé que lo que estaba dando era bastante… me equivoqué. El ser voluntaria de FUNJOSE me ha retornado más de lo que he dado. El equipo de voluntarios se convirtió en algo más que un equipo: son mis amigos, personas con las que trabajo cada semana, con las que comparto el deseo de darle un giro a este país. Los becados me han demostrado que es posible sobreponerse a sus realidades para perseguir sus sueños. El apoyo de los benefactores me demuestra que no estamos solos, todos seguimos en la lucha. La satisfacción que me ha dado el ser parte de FUNJOSE es indescriptible; me alegra saber que por muy pequeña que sea la ayuda, estoy aportando mi granito de arena.

Alguna vez leí que “1 es un número demasiado pequeño para lograr la grandeza” …no podría estar más de acuerdo. Toda esta satisfacción se multiplica porque es compartida, porque como yo, hay muchos que creemos en el potencial de Guatemala, de su juventud, de su gente. La esperanza que le estamos dando a este país posiblemente no sea tangible en este momento, pero en un futuro, veremos a jóvenes estudiados que podrán explotar sus capacidades y, sobre todo, veremos a jóvenes en los que sembramos una semilla de cambio. Una persona que ha sido educada no vuelve a ser la misma, su mente se abre a nuevas posibilidades, nuevas metas y a mayores aspiraciones. Y eso es precisamente lo que necesita Guatemala: personas conscientes que el cambio está en sus manos. Con cada persona que asuma esa responsabilidad, se hace la diferencia.

Así que, ¿qué puedo decirles? Me gusta creer que siendo voluntaria de FUNJOSE voy a cambiar el mundo en un 2×3; ustedes y yo sabemos que es algo un poquitito más complicado que eso. Pero lo que puedo decirles: aunque el cambio no sea así de rápido, me siento parte del mismo. Y es un cambio que llega a tantos niveles y afecta a tantas personas que, como les dije, la satisfacción al final se multiplica. ¿Que si estoy cambiando Guatemala en un chasquido? Posiblemente no, pero estoy segura de que este es solo el comienzo de un largo camino por recorrer, y que de la mano de los que nos apoyen, podremos avanzar mucho más rápido y llegar a muchos más jóvenes que nos necesitan. No me queda nada más que invitarlos a unirse a este cambio. ¡Juntos por la educación!

¿A qué te inspiran las palabras de nuestros voluntarios? Comenta tu opinión, queremos saber si deseas experimentar todo esto junto a nosotros.

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